Tenía
pensada desde hace tiempo una escapada a la aldea habitada más alta de La Rioja, Santa Marina, así que aprovechando
las vacaciones, y que el tiempo nos da una tregua con los calores, decido hacer
una ruta fuera de calendario.
Se me
unen cuatro momias más en esta aventura:
Salimos
madrugando ya que la pechada es larga y quedamos a las 8h. Camino de Alberite recogemos
a Rober que nos está esperando en el puente de Alberite, y por las bodegas salimos
hacia Ribafrecha.
Como en
camino esta blando por la tormenta del día anterior, nos desviamos a la
carretera, pues es una zona arcillosa y no nos parece bien empezar con
problemas.
Llegamos
a Ribafrecha, cruzamos el puente y comenzamos la ascensión, primero un poco de
asfalto y a continuación tomaremos un camino que nos deja en la mitad de la
cuesta de los almendros.
Subimos
tranquilos, de “charleta” que sabemos que la ruta es larga y no conocemos la
dureza del final. Con el: “Si son mejores estas cubiertas, que si las 29 o 27,5
Scott, Cannondale, Specialiced, etc. Nos lleva en un suspiro hasta Zenzano.
Parada a
tomar alguna “chuche” y sin más pérdida de tiempo continuamos ruta. La subida
muy llevadera, con firme en muy buen estado. Solo ya al final hay alguna rampa
algo más dura, que por otro lado a pesar de los kilómetros andados superamos cómodamente.
Tras una
pequeña bajada nos encontramos con el objetivo de la mañana, Santa Marina.
Parada para repostar, tanto solido como liquido, unas risas, algún pequeño
incidente con los automáticos y salimos para “bajar” a El Collado. Camino
asfaltado que para bajar nos obliga a subir un trecho hasta pasar a la otra
vertiente del valle.
En el
collado buscamos el camino de bajada entre las casas del pueblo y curiosamente
salimos de este subiendo, un tramo de llaneo y aquí la metedura de pata del día,
unas vacas nos tapan el camino que no está muy marcado y nos tiramos por otro
que baja con bastante desnivel, ante los chillos de un lugareño. Luego
entenderos la que decía: “no hay salida”.
El
camino termina de repente, con lo que damos la vuelta a las “burras”, metemos
el molinillo y p’arriba. Llegamos al desvío y como ya no están las vacas en
medio, tomamos el camino correcto, tras atravesar una portilla.
El
camino está un poco roto, pero aun así nos permite coger cierta velocidad. Tras
alguna pequeña parada para orientarnos en algún cruce nos encontramos asfalto,
que nos deja en la carretera.
De aquí
a Ventas Blancas carretera. Como estos tíos van como una moto nos tiramos
haciendo relevos hasta el pueblo, donde cogemos camino que nos lleva hasta
Murillo.
Le digo
a José Luis que si nos lo tomamos con tranquilidad recuperamos las piernas,
pero los colegas no tienen tranquilidad, así que rápidamente nos plantamos en
Murillo.
Pienso
que la subida al mirador de las bodegas va a ser la más dura de la jornada,
pues hay muchos kilómetros en las piernas, pero no hay manera de que esta
“peña” doble, me suben a buen ritmo.
Por
caminos de parcelaria dirección Villamediana, donde nos deja Rober (hoy a
tenido suerte y le toca hacer algún kilometro menos). Subimos la cuesta de la
cantera y llegando al parque del Ebro cada cual por su camino a casa.
Trastienda
de los momias.
Fenomenal
ruta, paisajes preciosos, un gran disfrute.
La compañía
como siempre de 10.
Un poco
larga para hacerla en grupo grande, pero se puede “negociar”.
Mejor
con temperatura baja, no me imagino el subidón a 30 grados, a nosotros nos hizo
12º en Santa Marina.
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